BABEL (CAPITULO III: LOBOS)

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CAPITULO III: LOBOS

La sangre le salía a borbotones del costado. No comprendía cómo, de repente, le había aparecido esta herida.

Natalie aguantó hasta llegar a una esquina, allí soltó las bolsas de la compra, y se desabrochó la chaqueta.

Tenía un lado de la blusa completamente cubierto de sangre.

-Mierda, mierda, mierda.-pensó.

Temblando, se retiró el pañuelo que llevaba al cuello y se lo ató en la cintura, apretando fuertemente. Tomó aire.

Le costaría bastante llegar hasta su casa así. No quería pasar por un hospital, porque ¿Cómo iba a explicar lo que le había pasado si ni siquiera ella tenía idea de ello?

A menos que… no eso era imposible, le dijeron que él no estaba en los Estados Unidos. Es más, ella no tenía la más remota idea de dónde podría estar él.
Una navaja apuntándole al cuello la despertó de sus pensamientos.

- Yo que tú- dijo el hombre que la sostenía- Ni me movería. Dame todo lo que lleves encima, zorra.

Ella le miró, tranquila y sonriente. Después de todo no tendría que ir al hospital…

- Has ido a ponerle un cuchillo a la zorra equivocada

El hombre vio asustado cómo le cambiaba el rostro, apareciéndole un par de colmillos prominentes, dándole un aspecto felino.

- ¡¡¡Pero qué cojones???...

No pudo decir nada, porque ella se abalanzó sobre él a chuparle la sangre. Cuando terminó, notó como su herida se cerraba, y se limpió la sangre de la barbilla con una manga. El hombre comenzó a descomponerse a velocidad de vértigo ante sus ojos.

Bien. No quedaría ninguna prueba.

Se cerró la chaqueta, cogió las bolsas de la compra, y se puso a andar. Cuando giró la siente esquina, se chocó con un hombre.

-Disculpe-le dijo, siguiendo su camino.

De repente, él la paró cogiéndola del brazo.

-¿Giovanna?

Ella le miró. No podía creerlo… ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿60 años?,¿50? Y sin embargo, él estaba allí. Tan joven como cuando ella le había conocido, si acaso con sólo un par de años más.

“Dios mío, Mick.” Pensó ella, cerrando sus pensamientos a cualquier posible intromisión “Al final ella te convirtió”

Cuando logró que se le pasara la sorpresa unos segundos después, logró soltar el brazo, y le dijo:

-Lo siento, creo que te has equivocado de persona

Siguió su camino lo más rápido que pudo, no despertando sospechas, pero él volvió a pararla.

La cogió de los hombros.

-Sé quién eres.-Dijo él -Italia, Marzo del 45.Leonard y yo te encontramos y estuvimos a punto de matarte creyendo que eras una espía de los nazis. Después de la Guerra fui vuestro padrino de bodas.

-Ah, bien. Si lo que dice es verdad, ¿no tendríamos, tanto usted como yo que tener muchos más años de los que aparentamos? Cosa que, por cierto, es imposible.

La miró. Ella hizo todo su esfuerzo por parecer lo más convincente posible.

Entonces, él la soltó.

-Disculpe, había creído que era otra persona.

Y siguió su camino.

Ella miró hacia atrás, medio aliviada, medio entristecida.

Sabía que había llegado el final…


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Norte de Italia, Abril de 1945

Hace unas dos semanas que la han encontrado. Y sin embargo, Mick tiene la sensación de que la miran con la misma fascinación que el día que la encontraron escondida en una cueva, con la sola compañía de un viejo rifle, sin comida ni nada más, y sin embargo no parecía desnutrida.

No quiso decirle el por qué. Simplemente les dijo que se llamaba Giovanna, “Gianna si preferís un nombre más corto.” Y que era partisana, comunista para más señas.
Por lo demás, esa chica era un auténtico misterio.

Cuando se la encontró aquella noche, ella estaba lavándose el pelo y la cara en un pequeño barreño de metal. Cuando levantó la cabeza para escurrirse su melena, dijo, sin mirar hacia donde él estaba:

- Hola, Mick.

- Hola, Giovanna.

-¿Estás de guardia?- le preguntó

-Sí- le respondió él- ¿Y tú qué haces por aquí?

-Lavarme el pelo, dijo, escurriéndose la larga melena con fuerza.

Mick se acercó a ella. Gianna tenía quitada la camisa y sólo llevaba puesta una especie de camiseta de tirantes que Leonard le había prestado.

Vio una marca extraña en su hombro. Una flor de lis.

-Es una larga historia-le dijo ella, mirándole a los ojos.- Y créeme, no te interesa.

Le sonrió y él aparcó el tema caballerosamente.

- ¿Cómo va la noche?

-Bien- respondió él.- No nos han molestado los nazis, de momento, así que va a ser una buena noche.

-Me alegro-dijo, sonriéndole.

Pero, la expresión en el rostro de Giovanna le cambió. A toda velocidad se lanzó a por el fusil, y apuntando, disparó entre los árboles.

Lo siguiente que oyó Mick fue un grito de dolor.

Los dos corrieron hacia la fuente del sonido. Era un soldado alemán, que tenía un tiro en una de las piernas.

Lo que Mick sintió en ese momento, fue la sorpresa más absoluta. ¿Cómo lo había hecho? ¿Cómo había logrado disparar al soldado, tan lejos y sin apenas visibilidad?
Estaba seguro de que Giovanna escondía mucho más de lo que quería mostrarle.
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Benjamin Talbot se despertó con un terrible dolor de cabeza. Un dolor de esos que sólo da por dos razones: Una de ellas es que se la persona en cuestión se haya ido de juerga la noche antes, y haya bebido tanto que el días después se despierte con una resaca tal que desearía no haber nacido. La otra es que hubiera sido golpeado con un objeto contundente en la cabeza.

Y por lo menos él no recordaba haber bebido la noche pasada.

Después de frotarse los ojos para acostumbrarse a la luz que había en la estancia, vio que estaba en una especie de sótano, puesto que sólo había apenas unos ventanucos que iluminaran la estancia.

De repente, se fijó en una esquina. No estaba sólo. Un hombre, de espaldas a él, estaba preparando unos cafés.

Por lo que pudo ver, el hombre llevaba el torso vendado, y no eran las primeras vendas que había utilizado. Otras, ensangrentadas, estaban tiradas en el suelo.

- Te ruego disculpes el desorden. He tenido una noche movidita.

Se giró. Por lo que Talbot pudo ver, era pálido, alto y musculoso. Llevaba una barba de varias semanas, y el pelo largo hasta los hombros, ligeramente sucio.

El hombre se acercó a él con dos tazas de café, y le entregó una. Tomando un sorbo, le dijo:

- ¿Recuerdas algo de lo que pasó anoche?

Le miró fijamente a los ojos. Los suyos pasaron de un color verdoso a un azul brillante, como si entrara en una especie de trance…

Y de repente, Benjamin Talbot lo recordó todo. Cómo llegó hasta el almacén del muelle, como el hombre le esperaba sentado, detrás de una mesa que parecía ser el único punto iluminado de la gran nave, la conversación que mantuvieron, como supo de la existencia de vampiros, y que la sociedad que ahora comandaba este hombre llevaba persiguiéndolos casi desde sus inicios. También como, le entregó el pendrive en el que estaba todo lo que había investigado sobre la lista, y una chica, abrió un portátil e introdujo el pendrive con todos los datos.

Recordó también la sonrisa de satisfacción del hombre, y cómo iba a decirle algo, cuando, de repente, una especie de lobo gigante hizo un agujero en el tejado, y se lanzó encima de ellos. Recordó el ordenador estampándose contra el suelo, y a todos los presentes sacando sus armas.

Lo último que recuerda, es el sonido de las ráfagas de las armas, y al lobo herido, tirándole contra el suelo.

-Vuelve, Benjamin- parece decirle una voz desde lo más profundo de su mente-Vuelve

De repente, notó como si toda la sangre le llegara al cerebro a toda velocidad. El hombre le sujetó por los hombros.

Benjamin le miró. No podía creerlo. Ese hombre era el lobo de anoche. Comenzó a angustiarse. Después de todo, al menos hasta hoy, Benjamin Talbot no había sido una persona que creyera en vampiros y en hombres-lobo.

Se soltó, pero el hombre seguía mirándole, preocupado.

-Créeme,- le dijo- yo no te recomendaría irte sólo.

- ¿Por qué?- le preguntó Talbot- No sé quién eres, no sé si me vas a matar… Dios, ni siquiera sé si debería haberme metido en esto…

Mientras cogía sus cosas, el hombre le miraba. Ciertamente, parecía entre preocupado y divertido.

- No deberías, pero de todos modos lo has hecho-le dijo- ahora irán a por ti, porque tienes algo que les resulta muy preciado.

- La lista…

-Todavía no lo comprendes, Benjamin Talbot, pero has puesto en marcha la máquina.- El hombre sonrió tristemente- El fin de una era se acerca…
Continuará

3 Comments:

Lily said...

Interesante, muy interesante

Mrs.Hudson said...

Sólo 2 palabras...: ¡Me gusta!
Ojalá que puedas continuar tu historia.
Excelente!

carmen said...

Gran historia, me alegro de encontrarlas!!

 
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